El gluten está presente en muchos alimentos de nuestra vida. Generalmente se encuentra en cereales (trigo, espelta, cebada, avena…). Se trata de una proteína que tiene vitamina B1 y B2, minerales y niacina.
Además de encontrarse ya en algunos nutrientes también se emplea en diversas industrias para elaborar algunos productos alimenticios (pan, seitán, alimentos rebozados, masa de la pizzas sin gluten, alimentos preparados…).
El empleo del gluten como “ingrediente” en otros alimentos se ha incrementado a lo largo de los años gracias a la facilidad y bajo coste de este elemento. A parte del sector alimenticio, el gluten también se usa en la elaboración de cosméticos, envases plásticos reciclables e, incluso, productos de higiene íntima.
Sin embargo, muchos profesionales nutricionales no recomiendan el consumo de alimentos que contengan gluten, pues se trata de un componente difícil de digerir y el proceso de asimilación puede conllevar problemas destacados en nuestro organismo, principalmente en el intestino.
La sensibilidad e intolerancia a este componente puede provocar celiaquía. Generalmente se presenta por una reacción inflamatoria que afecta al intestino delgado. Un gran porcentaje de la población desconoce que padece esta enfermedad a causa de dificultad para reconocer con exactitud los síntomas de ésta. Se suele diagnosticar en la infancia aunque también se ha dado el caso en adultos.